Sigue sorprendiéndome la sorpresa de la gente cuando les digo que viajo con mis hijos ya sea a destinos de playa, a ciudades o a destinos de “andar” mucho. Valga la redundancia.
Y es que a mí me gusta viajar. Cuando no tenía hijos casi todo lo ahorrado lo invertía en viajes, y cuando tuve a mi primer hijo, siendo bebé, decidí no dejar mi pasión. Simplemente, sencillamente tuve que transformarla y adaptarla a la nueva situación.
Viajar con hijos, es cierto, no siempre es fácil. De lo que se trata es de transformar cada inconveniente en una nueva forma de viajar y en adaptar los destinos y la duración de los mismos a la edad de los hijos. Y, por otro lado, aprovechar lo que ofrece cada destino. Parques, restaurantes, museos, parques temáticos, e incluso cada medio de transporte se puede convertir en una gran aventura.
Cuando son bebés, he hecho viajes cortos a ciudades cercanas a la mía, en las que me he dedicado a andar y pasear. Y todos sabemos que, a un bebé en un carrito, eso es lo que más le gusta. Eso sí, cada viaje suponía una pequeña mudanza por todos los artilugios que teníamos que llevar con nosotros. Por eso, procuraba no irme muy lejos y viajar en coche, con el maletero bien lleno.
Cuando han sido algo más mayores, en torno a 2 años, es cuando las vacaciones se han puesto más difíciles. Los niños no paraban de correr, todo lo querían tocar… En ese momento hemos tenido que viajar exclusivamente a destinos de playa, en los que los niños se podían mover a su gusto y pasar horas jugando…y acabar tan cansados que se echan unas siestas enormes.
Ya cuando cumplen 4 años, y en adelante, empieza lo bueno. Busco destinos en los que pueda combinar lo que les gusta a los niños con lo que nos gusta a nosotros. Podemos pasear una ciudad, visitar algún museo, pasear por parques, y alojarnos en un hotel que tenga piscina cubierta, donde puedan soltar la energía por la tarde.
Hemos visitado algunos destinos entrañables donde todos hemos disfrutado, como Provenza, que combina naturaleza y ciudades de gran encanto. También hemos estado en Malta, que además de playas, cuenta con unas ciudades en las que te perderías durante días y una gastronomía de gran calidad. La Costa Brava fue otro destino estrella, ya que pudimos patearnos cada pueblecito por las tardes e ir a las playas de L’Estartit por las mañanas.
Hemos visitado monumentos como la Alhambra, la Catedral y Universidad de Salamanca, la Torre Eiffel sin ningún problema. Incluso se vieron íntegra la exposición de Dalí que tuvo lugar en el Museo Reina Sofía.
Cierto es que de vez en cuando el “mamá me aburro”, el “cuándo llegamos” y el “estoy cansado, ya no quiero andar” nos cae encima, como a todos. Y nos hace perder la paciencia. Y nos acordábamos de cuando viajábamos sin ellos y nadie se quejaba. Pero hemos creado y seguiremos creando grandes recuerdos y momentos en familia. Ahora tienen 8 y 10 años. Próximo destino: Nueva York.